El Papa Francisco celebró su audiencia general semanal esta mañana en la Plaza de San Pedro en Roma. En él volvió a hablar de los pueblos que sufren y expresó su cercanía a los afectados por la violencia y la calamidad.
“En las últimas horas, un terremoto se ha cobrado víctimas y causado grandes daños en Afganistán. Expreso mi pésame a los heridos y afectados por el terremoto, y rezo en particular por los que han perdido la vida y por sus familias. Espero que con la ayuda de todos se pueda aliviar el sufrimiento del querido pueblo afgano”.
Centrado en la provincia afgana de Paktika, el fuerte sismo se sintió en los vecinos Pakistán e India. El número de muertos ha alcanzado al menos 950 vidas hasta ahora. Una tragedia de este tipo es especialmente grave en un país que ya vive una terrible crisis humanitaria desde que los talibanes llegaron al poder, poniendo fin a muchos proyectos de cooperación internacional.
“Expreso también mi dolor y consternación por el asesinato, en México anteayer, de dos religiosos jesuitas, mis hermanos, y un laico”, dijo Francisco refiriéndose al asesinato de dos sacerdotes, los padres Javier Campos y Joaquín Mora, y un tercer hombre no identificado, en una iglesia en Cerocahui, Tarahumara, el norteño estado de Chihuahua.
“¡Cuántos asesinatos hay en México!” se lamentó. “Con afecto y oración estoy cerca de la comunidad católica afectada por esta tragedia. Una vez más, repito que la violencia no resuelve los problemas, sino que aumenta el sufrimiento innecesario”.
El pontífice se volvió entonces para hablar de los niños ucranianos que estaban con él esta mañana en el papamóvil a la entrada de la plaza, diciendo “no nos olvidemos de Ucrania. No olvidemos el sufrimiento de ese pueblo mártir”.
Continuando con su serie de catequesis sobre la vejez, ahora en su lección 15, el Papa dio sus pensamientos sobre la interacción entre Jesús resucitado y Pedro al final del Evangelio de Juan (21: 15-23).
En él se puede ver todo el amor que Jesús tiene por sus discípulos, especialmente por Pedro. Según el Santo Padre, la suya es “una relación tierna, pero no melancólica; directa, fuerte, libre y abierta. Una relación entre los hombres y en la verdad.”
Ante esto, invitó a preguntarse cómo se puede preservar una relación auténtica, como la que existe entre Jesús y los discípulos, combatiendo la tentación de encerrar “el testimonio del Evangelio en el capullo de una ‘azucarada’ revelación, a la que se añade nuestra propia veneración circunstancial? Tal actitud parece ser respetuosa, pero de hecho crea una brecha entre nosotros y el Jesús real.
Francisco también se centró en dos pasajes citados durante la conversación de Jesús con Pedro, que se refieren precisamente a la vejez y la duración del tiempo, a saber, el tiempo del testimonio y el tiempo de la vida.
Primero Jesús advierte a Pedro que cuando somos jóvenes, éramos autosuficientes, pero cuando somos viejos, ya no somos dueños de nosotros mismos ni de nuestra vida.
“Dime que tengo que ir en silla de ruedas, ¿eh?” dijo el Papa con un toque de ironía. Citando a Ignacio de Loyola, explicó: “‘Así como en la vida, así también en la muerte debemos dar testimonio como discípulos de Jesús’. El fin de la vida debe ser el fin de la vida de los discípulos: de los discípulos de Jesús”.
La secuela de (seguir) a Jesús es, de hecho, importante en todas las circunstancias, señaló Francisco. En efecto, seguir “a Jesús es importante: seguir a Jesús siempre, de pie, corriendo, despacio, en silla de ruedas… pero siempre siguiéndolo”.
La conversación entre Jesús y Pedro proporciona una lección preciosa. “De nuestra fragilidad aprendemos a expresar la coherencia de nuestro testimonio de vida en las condiciones de una vida en gran parte confiada a los demás, en gran parte dependiente de la iniciativa de los demás”.
Ciertamente, para Francisco la vejez es también un tiempo de prueba, a partir de la tentación “muy humana, sin duda, pero también muy insidiosa” de querer estar en el centro de las cosas en un momento en que éste debería disminuir cada vez más.
“Tienes que ser un testigo de Jesús incluso en la debilidad, la enfermedad y la muerte”, dijo Francisco, “en la vida cuando es próspera con muchos éxitos, y en la vida cuando es difícil, en muchos malos momentos de fracaso”.
La secuela de Jesús es posible en todas las edades de la vida, pero debe llevar a los ancianos a aprender a despedirse de la vida. “La vida de los mayores es una despedida, lenta, lenta, pero una despedida alegre”. Los ancianos deben poder decir: “He vivido la vida; Fui pecador, pero también he hecho el bien”.
Al comenzar esta semana el X Encuentro Mundial de las Familias, centrado en “El amor familiar: una vocación y un camino de santidad”, Francisco dijo en su discurso a los peregrinos franceses: “Oremos para que los ancianos transmitan a los jóvenes los valores de una vida familiar feliz arraigada en Dios, como la fidelidad, el amor y la verdad”.
El Santo Padre se refirió también a la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús ya la memoria del Inmaculado Corazón de María, que la Iglesia se dispone a celebrar en los próximos días. Estas fiestas “nos recuerdan
la necesidad de responder al amor misericordioso de Cristo e invitarnos a encomendarnos con confianza a la intercesión de la Madre del Señor”.